jueves, 22 de septiembre de 2016

Amar en libertad.

El amor, la admiración y el respeto no se mendigan ni se regatean, se merecen.
Nadie ha de ser amado por lo que no es, mucho menos ha de ser odiado por no serlo.
Las relaciones libres son encuentros de corazones que se reconocen mutuamente en libertad y así se entienden, sin presiones ni manipulaciones enfermizas que, en última instancia, nacen de nuestras debilidades.
En el reconocimiento y respeto mutuo está la clave de relaciones fuertes y significativas, duraderas y satisfactorias.
Esto aplica a todo género de relaciones, desde las familiares y los amigos hasta las laborales y de pareja. Para que las relaciones sean verdaderamente edificantes y constructivas han de fundarse, principalmente, en el reconocimiento de la dignidad del "otro", de lo contrario no vale la pena el esfuerzo y desgaste que se invierte, porque se convertirá en un lastre.
No inviertas en relaciones en las que no se te reconoce, porque terminarás absolutamente decepcionado.
Ser cristiano, hacer el bien, testimoniar la misericordia en tu camino significa tener apertura y disponibilidad, no significa atarte y condenarte a lo que te es dañino. Deja ir y deja pasar las situaciones, realidades y personas que no te aportan sino controversia, crítica, juicio, decepción y tristezas. Nadie está obligado a abrir su corazón, su hígado y su estómago para que se lo carguen de basura.
P Alberto Gutiérrez

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